WhatsApp nació en 2009. En algo más de tres años de vida va camino de convertir en obsoleta una forma de comunicación con décadas a sus espaldas. Y es que, aunque los SMS no han tenido la misma aceptación en todos los países, son la manera más sencilla de enviar mensajes cortos desde un teléfono móvil. Cualquier terminal puede mandarlos y recibirlos, sin necesidad de conexión a internet.
El servicio de mensajería a través de internet nunca ha querido desvelar cuántos usuarios tiene, aunque se estima que durante el pasado agosto ya superaba los 400 millones. Fue ese mes cuando batió su record diario con 10.000 millones de mensajes procesados. Los datos de fin de año casi los duplican.
Aunque hay muchos programas alternativos —y algunos muy completos—, WhatsApp es el principal sistema de mensajería a través de internet. Funciona en cualquier smartphone moderno (Android, iOS, Blackberry, Windows Phone y Symbian), y no cobra por cada mensaje. Algunos usuarios pagan por descargar la aplicación, otros una pequeña cuota anual.
Más opciones
Los SMS son caros e ineficientes. Están restringidos a 160 caracteres, y solo pueden enviar texto. WhatsApp, y sus competidores, permiten enviar mensajes largos, con emoticonos y dibujos, compartir archivos e incluso crear grupos. También permite enviar un mensaje a toda la lista de contactos, lo que seguro ha ayudado a llegar a 18.000 millones de mensajes en nochevieja.
Sin embargo, desde WhatsApp siempre han defendido que su servicio no es perjudicial para los operadores de telefonía móvil —que registran fuertes descensos en el número de SMS que cobran—, ya que promueve la contratación de una línea de datos móviles.
La potencia y el crecimiento de WhatsApp ha sido suficiente para que surja mucha competencia a su alrededor. Una coalición de operadoras (Movistar, Vodafone y Orange) lanzó Joyn, con características similares, aunque éxito limitado. La japonesa LINE, por su parte, ha alcanzado un cierto éxito ya que ofrece más opciones —como llamadas entre usuarios— y es gratuita en todas las plataformas.
A pesar del éxito de WhatsApp, su funcionamiento no ha estado exento de críticas. El sistema, que vincula el usuario a su número de teléfono, permite enviar mensajes sin autorización previa a cualquier teléfono registrado en la agenda, lo que ha enfurecido a muchos. También tuvo un problema con la seguridad de las comunicaciones entre usuarios, que podían interceptarse y leerse por terceros conectados a una misma red ‘wifi’. A pesar de todo, WhatsApp no para de crecer. Su modelo de negocio es claro —sus fundadores se declararon totalmente contrarios a introducir publicidad—, y su éxito, evidente.
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